Reflexiones desde Guadalajara

viernes, 26 de febrero de 2010

Telaraña Digital

Hace algunos meses me inicié en el mundo de las relaciones virtuales.  A pesar de llevar años utilizando herramietas de SW tales como el e-mail y el chat, nunca me había involucrado en un ambiente como el Facebook (FB).

Empecé a utilizarlo, y siendo franco me parece algo sorprendente y me gusta mucho.  En pocos meses he podido restablecer el contacto con viejos amigos y conocidos de los que había perdido por completo la pista desde hace años.

Y no sólo te permite la herramienta restablecer el contacto, sino que te facilita la interacción, te permite compartir momentos importantes, sentimientos, fotografías, jugar juntos, etc. 
Creo que un SW, por eficiente y bueno que sea, nunca sustituirá el contacto y el trato personal... pero la verdad es que ayuda bastante.  Varios de mis amigos y amigas me comentan que se han vuelto "adictos" al FB...  y no lo dudo.

Por internet circulan algunos correos, en los que se alerta del uso de estas herramientas, ya que se puede proporcionar demasiada información personal, que podría ser usada en contra del usuario, poniendo  en riesgo incluso su integridad personal. 

Ciertamente es recomendable ser cautos en la información que se comparte en estas herramientas, más cuando la totalidad de la información que se presenta no proviene de una sola fuente.   Incluso en el caso en que no se comprometa la integridad física, se pueden llegar  a comprometer la integridad emocional y las relaciones sentimentales.     Hay mensajes que pueden llegar  a ser malinterpretados;  opiniones que llegan a personas que nunca se pensó que pudieran leer lo que se publica, falta de experiencia que provoca que se publiquen mensajes pensados para el uso privado.... e incluso infidelidades que son descubiertas por medio de estas herramientas.

Practicamente nadie permitiría que todo mundo viera todo lo que sucede en su casa, sin límites establecidos;  lo mismo sucede en FB:   la cantidad de información que se puede compartir es prácticamente ilimitada;  pero hay que tener claro qué se va a compartir,  y a quien se puede compartir. 

De lo contrario, una extraordinaria herramienta se puede convertir en la causa de desagradables sorpresas.   El "exhibicionismo digital" puede llegar a tener consecuencias no esperadas.

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