Reflexiones desde Guadalajara

martes, 9 de febrero de 2010

Una tarde para recordar.

El Domingo pasado asistí a una reunión de viejos amigos. Muchos de nosotros no nos habíamos visto desde hace casi veinte años. Muchos años han pasado, y todos hemos cambiado. Ciertamente, para algunos de nosotros los años son más visibles. Otros más han sido afortunados, y se ven casi igual que entonces.

En esta reunión, muchos de nosotros asistimos con nuestras familias. Y es curioso cómo todos aquellos jovenzuelos de aquella época, nos vemos ahora como todos unos padres de familia, y como nuestros hijos e hijas son ahora los que hacen las diabluras que en alguna época hiciéramos nosotros.

También fue significativa la asistencia de algunos dirigentes de aquella época. Especialmente ver a un notable hombre, que en nuestra adolescencia fue ejemplo y guía. Un señor al que cariñosamente conocíamos como "el Papi", quien compartió su madurez con muchos jóvenes, enseñándolos, entrenándoles, exigiéndoles. Lo recuerdo como un hombre maduro, fuerte, con mucho ánimo. Un hombre que amaba el montañismo y excursionismo. Recuerdo que organizó varias expediciones para escalar los volcanes más famosos de México, como el Iztaccihuatl y el Popocatepetl. Y casi veinte años más tarde, lo volví a ver. Ya grande en edad, embarnecido, pero con una salud frágil. Aún con su mente lúcida, aunque con la rebeldía de quien sabe que se le extingue poco a poco la vida, pero aún no está listo para retirarse. Qué difícil ha de ser amar tanto la libertad, la naturaleza, el campo y la montaña, y verse forzado por salud a renunciar a lo que se ama....

Me dió mucho gusto ver a algunos de mis viejos amigos, y conocer a sus familias. Recordar anécdotas, viejas bromas, saber de lo que les ha acontecido.

Y a la vez, recordar lo que uno fué, lo que llegó a hacer y los sueños que en ese entonces llegó a tener.

Mientras, mis hijas brincando y divirtiéndose de lo lindo con el resto de los niños.

Una tarde para recordar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario